Te presentamos el recorrido artístico y camaleónico de una de las propuestas musicales más interesantes de la escena boliviana en los últimos años.
Kiya es una artista trans boliviana, cochala paceña, «chotita». Hace algunos meses publicó un disco compilado llamado Todo lo que fui. Un archivo de los sonidos, emociones y pulsiones que la habitaron antes.
Todo lo que fui es una colección de canciones de todos sus proyectos anteriores, sus nombres muertos, sus pieles mudadas: Taparaku, Boka Esquina, Hyena. Una galería de pieles fantasmas que la acompañaron hasta convertirse en quien es ahora: Kiya, el devenir de la primera rapera/trapera trans boliviana.
Kiya, antes Taparaku-Boka Esquina-Hyena, encarna uno de los proyectos artísticos más interesantes de la escena musical boliviana en la segunda década del siglo XXI.
«(El compilado) es todo lo que he sido y es realmente una selección de las canciones de esas distintas etapas de los proyectos que se han quedado conmigo», dice.
Y hay algo inquietante en esa frase. Las canciones que se quedaron con ella. Como si las otras hubiesen desaparecido en el torbellino de su propia voluntad.

Todo lo que fue: las canciones que más le gustan, personalmente, las que mejor recepción tuvieron entre su público o las que prefieren sus amigues.
Su nombre real es Nayra Kamila Killari.
Kiya viene de ahí, pero tardó años en encontrar este nuevo nombre, esta nueva piel.
Tuvo que pasar por otros cuerpos, otras voces, para llegar a «este cuerpo, a esta persona, este almita», como dice ella.
En el recorrido quedaron complejas y hermosas pieles fantasmas.
Primera piel fantasma
Taparaku (2020-2021) nació cuando Kiya regresaba a Bolivia desde Europa, donde se había quedado sin papeles, “clandestina”.
«Europa de mierda», dice entre risas, recordando las emociones que acompañaron aquella incursión transatlántica… y, después, el retorno.
Kiya había ido a estudiar cine en Bélgica -desde una posición de cierto privilegio, admite-, pero aquel mundo académico europeo no pudo contenerla.
Dejó pronto las aulas universitarias belgas y pasó tres años entre las calles y comunidades okupa (un movimiento de protesta social que reivindica la ocupación colectiva de casas y edificios abandonados). Así empezó un recorrido de politización de una nueva identidad: desde una suerte de clandestinidad y desarraigo.
En aquellos años en Bruselas también compartió espacios y amistades con algunxs de quienes después conformaron el colectivo artístico belga Gender Panik.
Pero el problema con Taparaku, ya en Bolivia, era que la gente se refería al proyecto en masculino: «el Taparaku». Kiya se hartó rápido. Decidió que todos sus futuros nombres se enunciarían en femenino.
Fue otra decisión crucial en un camino lleno de transformaciones. Una más entre muchas mutaciones.
Segunda piel fantasma
Boka Esquina (2022-2023) apareció poco después del retorno, como una inmersión aún más profunda en el rap paceño underground. Las calles, los barrios de las laderas, los talleres de freestyle.
:::Mijail Miranda Zapata para Agencia Presentes:::
