La diversidad en el mundo de los cuidados contada en un documental argentino sobre mujeres trans que accedieron por la ley de cupo laboral al geriátrico público Santa Ana.
Los recuerdos, la vida, las risas, la ternura, la melancolía. Todo confluye en las paredes del geriátrico público Santa Ana, en San Andrés, provincia de Buenos Aires. Allí es donde se filmó Cuidadoras un documental dirigido por Martina Matzkin y Gabriela Uassouf, que retrata la labor de tres mujeres trans en un hogar público para personas mayores.
Las cuidadoras son Luciana, Maia y Yenifer y en la película se registran desde sus primeros días en el hogar. Muestran también cómo, con el correr del tiempo, van familiarizándose con las personas residentes y con su oficio.
Cuidadoras se estrenó en junio en el cine Gaumont y seguirá en cartel en la primera semana de julio. Luego viajará a Rosario, Tandil y Santa Fe.
Un trabajo formal
Por primera vez Luciana, de Mataderos, Maia, de Salta y Yenifer, de Paraguay, acceden a un empleo formal. Antes de eso, ejercieron el trabajo sexual. Es un tema de charla: lo poco que se gana como cuidadora en comparación de su trabajo anterior. En el momento del documental, el ingreso de ellas era poco. Tres años después, es mucho menos. Sin embargo, ellas continúan dedicándose a la tarea.

“Las cuidadoras entraron al hogar por la posibilidad que daba en ese momento el cupo laboral trans de aplicar a trabajos del Estado”, explica la productora de Rocío Pichirelli. Junto a las directoras, Martina y Gabriela, fueron parte de la gestación y organización de un trabajo articulado para lograr la formación de personas trans en cuidado de adultos mayores.
Esa formación se hizo en conjunto con la Asociación Civil Mocha Celis, Cruz Roja, la Universidad 3 de Febrero, la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores y la Secretaría para la Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) que hoy está completamente desfinanciada. La misma suerte corre el Hogar Santa Ana actualmente en una situación crítica.
“El Santa Anta es uno de los pocos hogares públicos que tenemos en nuestro país. Gracias a toda esta articulación pudimos primero hacer el curso para que las chicas se formaran en cuidados de adultos mayores. Y luego de eso, las pasantías. Algunas en ese hogar y otras en PAMI donde algunas compañeras siguen trabajando”, cuenta Pichirelli.
La vida en el hogar
Las directoras eligieron contar casi exclusivamente lo que pasaba dentro del hogar Santa Ana. De las cuidadoras no se sabe mucho más de lo que cuenta la película a través de la interacción entre ellas, entre otrxs profesionales, y por supuesto con las personas que cuidan.

“En algún momento barajamos salir un poco más del hogar. De hecho, filmamos algunas cosas, pero nos dimos cuenta que era interesante centrarnos en ese lugar, en esa especie de cápsula donde sucede el encuentro. En donde cada una y cada uno carga, trae su historia. Y lo que en esa comunidad se va formando. Nos pareció más rico y más interesante quedarnos ahí adentro”, dice Martina Matzkin.
“La historia del documental se apuntaló haciéndose eco de lo que muchas compañeras trans pedían durante la pandemia, y era la posibilidad de un oficio, de cambiar. De dar un timonazo en la vida. Y así esa articulación entre la sociedad civil y el Estado logró un curso nuevo para que hoy existan esas cuidadoras. Termina siendo más importante lo que queda como algo de vida que lo que queda en la pantalla”, agrega Gabriela Uassouf.
Un contradiscurso de amor
Una de las residentes le habla a Maia en masculino. Su compañera la corrige. Maia sonríe y se suelta el pelo. Usarl pronombre adecuado es todavía uno de los desafíos en esta sociedad. Sin embargo, no parece generar mayores tensiones en el desarrollo del vínculo de ellas con sus cuidadxs.

“No es la primera vez que le dicen mal el pronombre, es lo común. Lo extraño es que alguien diga bien el pronombre, incluso con su expresión de género”, dice la productora sobre esas escenas. “Buscamos rescatar que los errores pueden tenerlos cualquiera. A mí, seguramente, cuando sea vieja y haya una identidad de vanguardia, probablemente me cueste”, agrega Uassouf.
Tanto para las directoras y las productoras, el objetivo de la película es generar un debate. “Hay una realidad y es que las compañeras que están frente a cámara y tan generosamente compartieron su historia y le pusieron al cuerpo les resulta muy difícil con la valoración económica magra que resulta su trabajo, el sostenerlo. Entonces hay que seguir empujando por espacios sanos de trabajo, de proyección hacia adelante para personas trans y para personas cis”, dice Matzkin.
“Es un momento de ataque directo y bastante bruto a las políticas públicas exitosas. Pero siguen existiendo los espacios de la sociedad civil, donde se generan y se piensan ideas o alternativas de vida. La calidad humana sigue estando, la de las cuidadoras, la de los residentes, las personas que se forman. Esos queremos defender y seguir sosteniendo”, agrega Pichirelli. “Se trata de destruir desde discursos de odio, pero también muchas veces esos discursos de odio están sustentados por mentiras y por desinformaciones. Entonces, de pronto dar testimonio de cosas que funcionan, reír, ver, conocer, acercarse, tener empatía, creo que puede generar un contradiscurso”, aporta Matzkin.

Hablar de lo importante
“Vos tenés que dar todo en la previa. Eso es lo importante”, le dice a Alicia a Maia, quien está tendiendo la cama. En los primeros encuentros, Alicia elige los temas de amor para relacionarse con su cuidadora, Maia. A las semanas, Maia llega y le cuenta con fluidez cómo van sus relaciones.
“A Alicia siempre le pintaba hablar de amor, era un poco consejera. Pero, además, resultaba gracioso que le diera consejos de amor a Maia y que ella escuche con tanta paciencia. Hasta que finalmente así encuentra un eco en Alicia para contar algunas cosas. Para nosotras fue escuchar cuáles eran las charlas que se daban naturalmente y empezar a elegir o empezar a pulir por dónde contar una historia”, explica Uassouf.
“Hubo una selección y seguimiento de esas historias. Fue observar con detenimiento la realidad y tratar de adivinar para dónde iba.”
“Trabajar de cuidadora es para mí maravilloso”
Yennifer Franco Pereira es paraguaya y es la única de las tres cuidadoras del filme que habla guaraní. Si algo caracteriza sus intervenciones en el documental, además de la ternura, es la complicidad. Junto a Vicky, una exbailarina de danzas folklóricas cuyo sueño (ahora cumplido) era protagonizar una película, escucha folklore argentino. Pregunta, escucha y busca más música para seguir charlando. Más tarde, ella también aparecerá en el jardín del Hogar Santa Ana, sentada junto a una de las mujeres. Las dos se ríen, tiran migas a las palomas y hablan en guaraní.

Esa escena, dice Yenifer es de sus favoritas. “Me gusta cuando le doy de comer a las palomas con una residente. Ella, por el Alzheimer avanzado, estaba dejando de hablar en castellano y usaba cada vez más el guaraní. Y como yo sé también hablarlo, nos podíamos comunicar”, cuenta a Presentes.
Yenifer fue una de las chicas trans convocadas por la producción de la película para ser parte del documental. “Me parece tan importante contar de nuestro trabajo ya que en la sociedad aún hay mucha gente que nos juzga por nuestra condición sexual y creen que no somos capaces de trabajar como cualquiera otra persona”, comenta.
“Trabajar de cuidadora es para mí maravilloso”, dice a Presentes. “Cuidar una vida no suena tan fácil, pero es algo que a mí me encanta hacerlo. Tengo una excelente relación laboral con les viejes y día a día veo en ellos el aprecio y agradecimiento. Eso me hace sentir tan bien y segura de mí misma. Más allá que me guste tanto mi trabajo es algo fundamental para sostenerme como hacemos todes”.
“Todos vamos a llegar a viejos”
El trabajo de cuidadora, por ahora, no alcanza para sacarse de encima todos los prejuicios que tiene la sociedad con las personas travestis y trans.
“A mí me sigue señalando la gente. Cuando voy al trabajo tan temprano y son personas que van a trabajar igual que yo, escucho tantas indirectas e insultos. Eso pasa día tras día. Me indigna, pero siempre trato de ignorar las ofensas de la gente ya que en mi trabajo tengo que llegar tranquila y con mucha empatía. No me permito que me afecte el prejuicio de gente ignorante”, agrega.
Tres años después de filmado el documental, Yenifer sigue eligiendo ser cuidadora.
“En el trabajo sigo aprendiendo, llevo la experiencia de trabajar en equipo y el dialogar todos los días con todos mis compañeros de trabajo para facilitar nuestro quehacer diario”. Todavía, relata con cierto enojo, “hay mucha discriminación Yo creo que hay discriminación hacia nosotras, sobre todo en los barrios más vulnerables”
“Nos podemos dar el lujo de llegar a viejas, cosa que otras no”, dice Luciana, una de las protagonistas en el film. La idea de las adultas mayores trans es todavía un enigma para una población que tiene una expectativa de 40 años de vida.
“Imaginate que nos tengan que asistir a nosotras”, responde Maia a Luciana. Para Yenifer también es un enigma y reconoce que, aunque hay discriminación en las vejeces es diferente. “Es distinta la discriminación porque, en definitiva, todos vamos a llegar a viejos”.

Cuidadoras está en cartel en el Cina Gaumont, Av. Rivadavia 1635, (CABA) hasta el miércoles 9 de julio a las 14.15 y 18.30
También tendrá funciones en el cine El Cairo, de Rosario, el jueves 3 de julio a las 20.30 y el domingo 6 a las 22.30.
En Tandil, se verá el domingo 6 y el martes 8 de julio a las 18 en el Espacio Incaa Unicen Tandil
:::Agencia Presentes, Maby Sosa:::