viernes, octubre 31

Tiziano Cruz: Orgullo quechua, aymara y marica

“No hago teatro documental, hago teatro político» dice Tiziano Cruz, el artista quechua, aymara y marica que interpela desde los escenarios del mundo.

Cuando Tiziano Cruz está en escena lo hace con denuncia, ternura y una provocación que habita el duelo y la reconciliación. “Soy de la comunidad quechua y aymara”, dice este artista nacido un 15 de octubre de 1988 en San Francisco, Valle Grande, Jujuy.  Desde 2022 recorre el mundo presentando sus obras: “Yo no hago teatro documental, hago teatro político”.

Con su trilogía “Tres maneras de cantarle a una montaña” comenzó un camino de reconocimiento global. Sus recuerdos de infancia señalan el racismo y clasismo en la sociedad y en el mercado del arte. En una de las piezas, Soliloquio, lo hace a través de 58 cartas escritas a su madre durante el confinamiento de Covid-19. Wayqeycuna, la segunda puesta, es “un desesperado intento de terminar con el duelo de mi hermana muerta”. Una hermana que muere por la negligencia de un sistema de salud. 

Las obras de su trilogía están dirigidas cada una a una historia familiar: papá, mamá y hermanas y hermanos. Prepara el cierre con un epílogo dirigido al agua.

Tiziano Cruz en el Festival de Avignon. Foto: Chistophe Raynoud de Lage

Cuando entró al colegio secundario y sus padres se separaron, con sus cuatro hermanxs y su mamá se mudaron a San Salvador de Jujuy. Eran seis personas en un habitación muy pequeña. “Yo siempre digo que en ese momento me enamoré de la clase media”, explica a Presentes mientras recuerda ver las vidas de sus compañeros con madres y padres presentes, mínimos servicios básicos y cotidianos que le eran ajenos. “Si eso existe, ¿por qué yo no lo puedo tener?», pensó. 

Se enfocó en la educación como herramienta para acceder a esa vida que observaba. Pero tampoco alcanzó,. Su pensamiento, por ser parte de una población indígena, dice, está en discusión. Las agresiones cotidianas y en distintos niveles le recuerdan que hay un sistema que lo expulsa.

Durante casi 7 años trabajó en el Centro Cultural Recoleta en la Ciudad de Buenos Aires, donde fue Responsable de Producción de Contenidos Artísticos. A veces, si alguien preguntaba algo, se dirigía a la persona que estaba a su lado, no a él. “Hay un montón de cosas que vos sabés que tenés que trabajar el doble por tu color de piel”, remata. 

Fue becario del Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional del Teatro ARG, y ganador de la Bienal de Arte Joven 2019. Su arte se expandió a Chile, Brasil, México, Estados Unidos, Canadá, Portugal, España, Alemania, ganando el premio ANTI en Finlandia (2023) y en Suiza el The ZKB Audience Prize (2024). En Argentina pasa algo distinto, comenta. Sus obras -dice- no funcionan, pocos las ven: “Soy consciente que tengo un tipo de cuerpo y el antecedente de venir de un territorio. Eso hace que no sea validado por mis pares dentro de las artes escénicas y el mundillo académico”.

Tiziano Cruz en WAYQEYCUNA Festival de Avignon. Foto: Chistophe Raynoud de Lage

Hace unos años, en Suiza, fue al recital del colectivo ruso feminista punk rock Pussy Riot. La música, los gritos, todo sonaba al extremo, libertad y rebelión en escena, pero entre las gradas, en los asientos, ovillado en su propia calma estaba Tiziano. “Me quedé dormido”. Al escucharlo es casi impensable que alguien pueda conciliar sueño en semejante cuadro. «Sentí que podía dormir sabiendo que no me iban a apuñalar por quien soy, por venir de donde vengo. Sentí una seguridad que no siento acá”.

Foto: Matías Gutiérrez

Potencia comunitaria

En sus obras, Tiziano Cruz convoca a las comunidades locales a compartir su voz y a cobrar por su trabajo en el arte. “Han estado todo el tiempo estigmatizadas, no han tenido acceso a estos espacios, se les niegan. Es gente que por primera vez llega a actuar en teatros, que en su puta vida ha tenido ni siquiera la posibilidad de ir a ver un espectáculo”. Y se prepara para otra frase provocadora: “El teatro no deja de ser una práctica burguesa. Las entradas pueden ser gratuitas pero hay gente que no va a ir igual, hay una barrera intangible que dice que esa práctica cultural no les corresponde”.  

En su texto La vida como mercancía en las góndolas del mercado del arte contemporáneo objeta: “Hemos sido colonizados por las narrativas de un teatro eurocéntrico-aristotélico, que se ha incrustado en nuestra geografía”. Tiziano habla de un teatro local que a su mirada sólo parece hablar de temas como “la familia disfuncional”. No lo enuncia como algo inocente sino como un aliado moderno de la colonización. Por eso pone su cuerpo para hablar de pobreza, discriminación y el borramiento de sus comunidades.

“Me molesta mucho cuando se dice que lo personal es político”. Que lo que cada persona viene a decir como algo personal será interesante en tanto traiga una biografía que articule reflexiones sobre temas que le son transversales a una gran parte de la población. Reconoce que lo biográfico en la escena teatral nace asociado a esa burguesía, pero cuando se lo hace desde una periferia puede ser revolucionario.

“Para las culturas indígenas, el futuro está atrás y el pasado adelante»

“Yo me vendo al mercado y en las obras pido perdón por eso”, dice no para justificarse sino para contextualizar: “Se dice que para hacer un arte antisistema tenés que ser independiente, no transar con los mercados. Creo que no es así, sino que ser antisistema tiene que ver con la posibilidad de lo que venís a contar y cuál es la práctica que venís a compartir”. Ese mercado es el que lo financia y le permite vivir, desde esa voz y con el valor artístico de crecimiento, alianzas y herramientas es que Tiziano vuelve a lo comunitario.

Por eso creó Ulmus, una plataforma que acompaña artistas del noroeste argentino (NOA) a lograr  visibilidad, sostenibilidad y proyección internacional. Desde ahí junto a un equipo potencian talentos locales con espacios de formación, producción de obra, difusión, residencias y giras. “Un porcentaje de lo que yo gano afuera lo destino a poder fomentar sus trabajos”. Ahora el proyecto se unió con LODO de Buenos Aires y son UlmusLodo. Explica que actualmente gracias a esta gestión hay artistas locales en Costa Rica, Chile.  Victoria Pastrana, de Amaicha del Valle, ganó el premio europeo Prince Claus Seed Award (Países Bajos), un reconocimiento internacional a artistas emergentes. A la vez en su comunidad está siendo parte de la construcción del primer cine indígena y de algunos libros, todo esto “para poder recuperar la lengua”. 

Para Tiziano es fundamental la filosofía indigenista, de base comunitaria. Cita al filósofo indígena brasileño Ailton Krenak: “El futuro es ancestral”. Y agrega: “Para las culturas indígenas el futuro está atrás, no lo vemos, y el pasado está delante, es lo que podemos ver y con lo que podemos trabajar, a la inversa de la idea occidental”. Con la mirada en lo que ya pasó, lo que hemos vivido, podremos actuar pero no en soledad. 

A veces, cuando le toca disertar en una conferencia, la gente le pregunta qué agua tomar o cómo vivir mejor en este mundo globalizado. “Todos quieren algo así como el secreto del buen vivir, pero no que tengas un posicionamiento político e ideológico”.

“No hubiese podido sobrevivir si era una persona heterosexual”

”La identidad como personas que defendemos un territorio, una ancestralidad, está primero», dice Tiziano Cruz.
Foto: Nora Lezano

Tiziano participó por primera vez en una Marcha del Orgullo en 2024. Fue en Tilcara, Jujuy, y “la bandera que encabezaba la marcha era la Wiphala: ”La identidad como personas que defendemos un territorio, una ancestralidad, está primero”. Lo demás es secundario “y no en un mal sentido, yo puedo tener otro tipo de urgencia, y eso no invalida las demás”. 

Hace poco mientras veía la película basada en el libro de Camila Sosa Villada, Tesis sobre una domesticación, se permitió conectar con preguntas que relegadas por la urgencia de sobrevivir.  “Nos han hecho creer que nadie puede querernos, que va tener que ser todo clandestino, que vamos a morir solas“, comenta. En este presente la espina de esta incredulidad de no pensarnos merecedoras de contención, sigue latiendo. “Estoy cansado”, dice sabiendo que su vida son mil vidas para otras identidades, que todo lo que tuvo que vivir nunca le dio respiro. “Ahora que tengo algunas necesidades un poco más resueltas estoy encontrando eso otro”. Lo otro: el amor y cuidado que merecemos. 

Cuando cuenta que está en pareja lo hace con la misma ternura y compromiso que a la hora de ser incisivo, en él convive la dulzura y firmeza de las personas que han pasado por demasiado.Tiziano se enuncia marica, ese término le parece más barrial, más calle, una búsqueda de otra forma de nombrarse. Y se repite a sí misma que si somos queer, que si aspiramos a ser gays hegemónicos, cuando lo que falta es “trabajar más en encontrar cuál sería la propia forma de nombrarnos“.

En esta manera de afrontar el mundo, esa otra sensibilidad encontró las herramientas para sobrevivir. “Lo hetero es mucho más tradicionalista, no quiere decir que no haya miembros de la comunidad que sean sumamente conservadores, pero en mi caso me ha enseñado que uno tiene la familia que se va haciendo”. 

:::Lucas Gutiérrez para Agencia Presentes/ Fotos: Chistophe Raynoud de Lage (apertura, Festival de Avignon), Matías Gutiérrez, y Nora Lezano:::

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