En el corazón de Florencio Varela, Bosques Norte vive una contradicción dolorosa: obras hidráulicas y de pavimentación que, según los vecinos, más que mejorar, han dejado a muchas calles convertidas en pantanos. Vecinas y vecinos relatan no solo una lucha cotidiana contra el barro, sino una sensación profunda de abandono.

Beatriz Muñoz describe un antes y un después traumático: “Asfaltos que rompieron todo en Bosques Norte y ahora sí se inundó”. Según su testimonio, las intervenciones recientes dejaron al barrio más vulnerable a las lluvias.
Carmen Vargas señala un problema que va más allá del lodo: pide que se solucione “lo del agua que se junta en las calles de Bosques Norte… La calle Juan B. Justo, que es la principal, no se puede pasar, es un río; son tres esquinas imposibles de cruzar cuando llueve”. Para ella, no se trata de un malestar pasajero, sino de un obstáculo concreto para la movilidad diaria.
Por su parte, Deborah Kurtz denuncia una desigualdad territorial: “Todos los videos de asfalto que tiene (el intendente) son solo en el centro”. Menciona además la precariedad del puente de Bosques, por donde pasa un colectivo “desde hace siglo”, según su expresión.
Mirta Ferrero y Delia Figueredo suman reclamos igualmente precisos. Mirta pide asfalto en “la calle Calingasta, avenida Bosques y Benavente”, mientras que Delia interpela directamente: “¿Para cuándo las mejoras en las calles de Bosques?”.
La radiografía del deterioro

El diagnóstico de la crisis no es únicamente anecdótico. En reportajes recientes se consigna que algunas obras hidráulicas han quedado inconclusas y que el daño sobre la red vial —asfalto roto, pozos y barro— habría deteriorado hasta el 80 % de las calzadas en determinadas zonas.
Un hecho simbólico lo resume todo: un camión de basura quedó atascado en la calle Alta Gracia, entre Santa Teresita y San Antonio, debido al desmoronamiento del asfalto tras las obras pluviales. Para muchos vecinos, esa escena ilustra un temor más profundo: que una obra prometida para aliviar los anegamientos haya terminado por agravar el problema.
La promesa oficial: ¿qué dicen las autoridades?

Desde la Provincia, las autoridades reconocieron la problemática hídrica de Bosques Norte. En 2023, la Subsecretaría de Recursos Hídricos licitó un plan de desagües pluviales para la cuenca, con un presupuesto oficial de más de 3.350 millones de pesos. El objetivo: atender los anegamientos crónicos en más de 150 manzanas y beneficiar a 30.000 vecinos.
El Municipio de Florencio Varela, por su parte, señala en su sitio oficial que existe un “plan de reconstrucción y repavimentación” en Bosques Norte. Sin embargo, para muchos habitantes del barrio, esa promesa aún no se traduce en calles transitables cuando el cielo se nubla.
Un diagnóstico reciente elaborado por la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) también registra la realidad del lugar: muchas calles de Bosques Norte siguen sin pavimentar —entre ellas Juan B. Justo, Santa Teresita y San Antonio— y se mantienen deficiencias en la red hidráulica.
Consecuencias reales en el día a día
El impacto va más allá de la incomodidad cotidiana. Los vecinos temen por la seguridad, la salud y el acceso a servicios básicos. Para muchas familias, transitar es imposible cuando llueve, el riesgo de quedar aisladas es real y la falta de drenaje obliga a rellenar calles con cascotes para permitir el paso de ambulancias o camiones de recolección.
Problemas similares se vienen registrando en Varela desde hace más de una década: inundaciones, calles rotas y desmoronamientos que afectan no solo la movilidad, sino también la vida cotidiana de miles de familias.
Vidas al límite de la gestión
Cuando las obras no llegan o llegan mal, crece la desesperación. Algunas vecinas expresan su hartazgo con una solicitud tan cruda como reveladora. Deborah Kurtz pide simplemente “que me dé cascote para yo misma desparramar en las calles”. No es solo una queja: es una estrategia de supervivencia ante la falta de respuestas.
La repetición de estos testimonios muestra una brecha evidente entre las promesas públicas y la realidad diaria. Para Beatriz, Carmen, Mirta, Delia y Deborah, las obras parecen pensadas para otras zonas del municipio.

Un reclamo de equidad
Lo que emerge de Bosques Norte no es solo una demanda de asfalto: es un pedido de igualdad urbana y de dignidad. Es la exigencia de que las obras públicas lleguen con la misma calidad y planificación a todas las zonas del distrito, no solo a las más visibles. Es la esperanza de que los fondos destinados a saneamiento no se queden en los expedientes, sino que se traduzcan en calles seguras, drenaje efectivo y acceso equitativo.
La Provincia, al licitar los desagües, reconoció la gravedad del problema. El Municipio afirma que las obras están en marcha. Sin embargo, los vecinos reclaman algo más inmediato: que cuando llueva, sus calles no se transformen en ríos.
