Azul Semeñenko era una trabajadora estatal trans del área de Protección contra las Violencias en la provincia de Neuquén. Tras casi tres semanas desaparecida, la encontraron asesinada con saña y odio. Sus compañeras de trabajo armaron red y lograron visibilizar el caso y movilizar a la sociedad detrás del reclamo de Justicia.
Azul Mía Natasha Semeñenko había logrado sortear algunas barreras vinculadas a las violencias estructurales que se infringen a las personas trans. Tenía un trabajo, era empleada estatal pero también era una sobreviviente. Había superado la edad promedio de una femeneidad trans en América Latina, que ronda entre los 35 y 40 años. Iba a cumplir 49 justo el día que la señal de su celular se perdió por última vez cerca del río Neuquén, el jueves 25 de septiembre.
No logró escapar a la violencia más letal, ni a la saña de los crímenes de odio, ni a la crueldad ominosa del descarte de su cuerpo. Lo arrojaron a un canal de desagüe en la zona de Valentina Norte, envuelto en una tela plástica azul, atado con alambres en el torso y una cuerda en la cintura. Los primeros informes revelan que fue asesinada con ferocidad, informaron fuentes judiciales a Presentes.

Sus compañeras de trabajo fueron quienes encendieron las alarmas cuando Azul no se presentó en la oficina de la Dirección de Protección Integral contra las Violencias de la provincia de Neuquén, donde era auxiliar de servicios en el sector de maestranza. “Azul era muy responsable, era impensable que no avisara y que no atendiera el celular”, contaron a diversos medios quienes compartían el día a día con ellas. Paradójicamente terminó siendo una de las víctimas que atendían en ese espacio.
La última persona que la vio viva fue un médico en un hospital público, el Castro Rendón, porque Azul planeaba realizarse una intervención para adecuar aún más su cuerpo a su género. A partir de la denuncia de una de sus amigas se desplegaron diversos operativos para encontrarla y se realizaron marchas y actividades para visibilizar el caso.
Durante casi tres semanas circularon en las redes y medios las descripciones aportadas sus compañeras de trabajo. Una mujer alta y delgada, de tez blanca y pelo rojizo por los hombros. “Era muy alegre y muy atenta con todas. Te dabas cuenta que había llegado. Siempre andaba arreglaba y pintada. No es normal que no venga, que no avise nos alarmó. Tiene dos gatitos y es preocupante que no esté en su casa”, contaron a los medios Juliana Calvo, una de sus compañeras. Sabían cómo moverse. Rápidamente organizaron volanteadas y actividades para reclamar por su aparición, y difundieron la búsqueda. Andaba en una bicicleta de color flúor, con remera y un pantalón chupín, aportaron los vecinos que la vieron salir de su hogar en Confluencia, donde alquilaba una habitación desde principio de septiembre. Allí policía encontró las hornallas encendidas y a sus gatitos.
Una pareja que caminaba junto a sus perros en el Paseo de la Costa, al noroeste de la ciudad de Neuquén (cerca del límite con Río Negro), divisó el cuerpo el martes 14 de octubre a la tarde. Estaba semisumergido en un canal en la zona de Valentina Norte, a 20 kilómetros del sitio donde el celular de Azul se apagó por última vez.
“Un odio salvaje”

Horas después el Ministerio Público Fiscal (MPF) informó que era Azul Semeñenko. Según el informe preliminar de autopsia que le remitió el Cuerpo Médico Forense, “la víctima sufrió heridas punzocortantes en la zona del tórax y brazos que le provocaron la muerte. También se constataron fracturas en la cara”.
La investigación está en manos de Guadalupe Inaudi, de la fiscalía de Delitos contra las Personas. “Al ser la víctima una mujer trans, el caso se investiga como transfeminicidio”, informó la Fiscalía. “La autopsia reveló un odio salvaje”, expresaron fuentes judiciales a este medio. Azul recibió varias puñaladas en el pecho, le fracturaron el maxilar y un pómulo. Tenía además varios cortes y las lesiones típicas de alguien que intentó defenderse.
Ayer por la mañana en Neuquén se realizó una numerosa marcha para reclamar Justicia por su transfemicidio. Estaba prevista para pedir la aparición con vida, y en articulación con un paro de 48 horas, pero al conocerse la noticia de la identificación, se transformó en un reclamo contundente de Justicia pero sobre todo de que el gobierno genere políticas para la prevención de las violencias. La concentración salió desde la oficina donde trabajaba Azul y fue hasta la Casa de Gobierno.
Rabia, conmoción y una red de contención
Desde el Colectivo La Revuelta dijeron a Presentes a pesar de que se organizó de un día para el otro, asistió mucha gente. “El caso genera conmoción y rabia, es difícil de tramitar” compartieron.
Las mismas palabras usó Tatiana Antonella Breve, referente de ATTTA (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina) nacional, ante la consulta de Presentes. “Estamos muy conmovidas, llenas de rabia. Creemos que este tipo de hechos se pueden evitar. Lamentablemente, la situación de marginalidad y clandestinidad a la que nos arrastran los distintos estados y la sociedad hacen que nuestro final sea así. Por suerte Azul contaba con una red de contención amorosa en sus compañeras de trabajo. Eso le dio repercusión al caso, aunque no un final feliz. Hubo otros transfemicidios en la región y no logramos que se pueda esclarecer o buscar a los culpables”.

Violencia de género en aumento
Tatiana contó que Azul “era una compañera con muchas ganas de vivir, una sobreviviente de este sistema. Nadie se merece este desenlace pero cuando se recortan las políticas de acompañamiento y se replican discursos de odio como los de Javier Milei, nos dejan en extrema vulnerabilidad y se terminan legitimando estas acciones”.
La muerte violenta de Azul se suma a una llamativa lista de violencias basadas en género que creció en las últimas semanas. Parte de ella son también el triple femicidio de Brenda, Morena y Lara en Florencio Varela (pcia de Buenos Aires). Y el doble femicidio de Luna Giardina y Mariel Zamudio a manos de Pablo Laurta, en Córdoba.
Desde enero y hasta el 29 de septiembre hubo al menos 178 femicidios en Argentina: uno cada 36 horas, según el Observatorio Ahora que sí nos ven. Es los últimos tiempos fueron doce en ocho días, uno cada 16 horas.
Reclamos al gobierno provincial
En las casi tres semanas que estuvo desaparecida, el nombre de Azul se pronunció junto al de Luciana Muñoz. “En Neuquén, hace 15 meses que venimos buscando a Luciana Muñoz, una joven cis que sigue sin aparecer. El gobieno de Rolando Figueroa (Movimiento Popular Neuquino, cercano a La Libertad Avanza) desmanteló las políticas de diversidad. Convirtió la Subsecretaría de diversidad en una dirección. Y lo que era Ministerio de las Mujeres y diversidades se transformó en Ministerio de Desarrollo Humano, Gobiernos Locales y Mujeres”. La ministra de esa cartera es Julieta Corroza, candidata a senadora por el oficialismo.
Azul trabajaba en maestranza. Había ejercido el trabajo sexual. “Para quienes vivimos bajo la línea de la pobreza y la clandestinidad acceder a un trabajo no es salvarnos. Seguimos arrastradas a la vulnerabilidad, viviendo en lugares precarizados. Azul venía con temas de vivienda hace mucho tiempo. Antes había alquilado en un asentamiento. A veces logramos trabajos registrados, pero suelen ser precarios, con los salarios más bajos”.
“La situación electoral pesó más que la vida de esta compañera trans. Creemos que las cámaras de seguridad funcionan para muchas cosas pero no funcionaron para esto”. Consultada si Azul había accedido a su empleo por la Ley nacional de Cupo laboral travesti trans, Tatiana respondió: “No. En nuestra provincia no se implementa el cupo laboral trans, por más que lo hemos trabajado con el Ejecutivo. En Neuquén importa más el crecimiento hidrocarburífero que en derechos humanos”.
Tenía cinco hermanos. Apenas se supo de su desaparición, la familia, con la que mantenía una relación distante, se acercó también a la búsqueda. El Estado provincial decretó dos días por su muerte. Sus restos fueron inhumados hoy.
Tatiana destaca algo que este transfemicidio puso en evidencia: “la red afectiva que logramos construir las personas trans cuando ni los Estados ni las familias acompañan. Es la red que nos salva. Azul logró la sensibilidad de la sociedad, esto tuvo que ver con las compañeras de trabajo y amigas que la valoraron. Esa red ayudó a que se encontrara el cuerpo. Y es la que nos tiene que sostener para construir la Justicia que necesitamos y esclarezca qué pasó con Azul”.
:::María Eugenia Ludueña para Agencia Presentes:::