martes, diciembre 23

“Mi ruido, tu problema”: pirotecnia, individualismo y el límite entre la fiesta propia y el daño ajeno

Detrás de cada estallido hay algo más que pólvora: hay bebés que no duermen, personas con autismo que entran en crisis, adultos mayores desorientados y animales que huyen o mueren de miedo. Aun así, en Florencio Varela persisten voces que defienden el “derecho” a hacer ruido por diversión, incluso cuando ese placer fugaz se construye sobre el padecimiento ajeno. El debate desnuda una pregunta incómoda: ¿cuándo la fiesta propia se convierte en una forma de violencia social?

Cada diciembre, el debate sobre la pirotecnia vuelve a instalarse con fuerza en la agenda pública. No es una discusión nueva, pero sí persistente y cada vez más cargada de sentido social. En Florencio Varela, como en gran parte del conurbano bonaerense, las celebraciones conviven con reclamos vinculados a la salud, el ambiente y el derecho a la tranquilidad.

Desde las redes sociales de El Vespertino se lanzó una pregunta directa: “🔥 ¿Vale un segundo de ruido más que la tranquilidad de alguien?”. Las respuestas no tardaron en llegar y reflejaron una comunidad atravesada por tensiones profundas, donde conviven la empatía, el hartazgo y también posturas abiertamente individualistas.

Pirotecnia cero. Empecemos a ser más empáticos y dejemos el egoísmo de lado, y ayudemos a que otras personas con capacidades diferentes también puedan estar bien tranquilas, y que sea realmente una fiesta que se viva en familia”, escribió Ricardo Cárcamo.

Silvia Mabel Tévez fue aún más contundente: “Basta de usar pirotecnia. Hay niños autistas, abuelos, pájaros y animales que sufren graves consecuencias. Dios, entiendan por favor. Esas familias de tantos niños con TEA sufren todos. Nada cuesta ser empáticos”.

El impacto en animales también fue recurrente. “Mis perros se asustan mucho. Les pido de corazón: no a la pirotecnia”, expresó Susana Benítez, una frase que se repitió, con distintos matices, en decenas de comentarios.

Libertad individual o desinterés colectivo

No todas las respuestas fueron en el mismo sentido. Algunas defendieron el uso de pirotecnia desde una lógica de elección personal. “Sí a la pirotecnia, con seguridad”, sostuvo Hernán C. Martínez. Margarita Marchant Ludueña apeló a un argumento económico: “Cada uno es dueño de su plata”.

Otras expresiones expusieron una tensión social más cruda. “Ah, pero en los partidos o cuando gana algún club… jajaja, no me hagan reír”, ironizó May Martínez, señalando lo que considera una doble vara social frente al ruido.

También hubo comentarios abiertamente confrontativos. José Leiva escribió: “Sí a la pirotecnia y mientras más ruidosa mejor. Los perros de los vecinos joden todo el año; que yo los joda dos noches no les hace nada”. Roberto Borda reforzó esa postura: “Viva la pirotecnia, carajo. Y a los amargos, agua y ajo”.

Estas voces, aunque minoritarias, visibilizan una discusión de fondo: hasta dónde llega la libertad individual cuando entra en colisión con derechos ajenos, especialmente de personas y animales que no pueden elegir ni defenderse.

El reclamo social y el marco de derechos

La mayoría de los comentarios, sin embargo, rechazó el uso de pirotecnia. “No a la pirotecnia”, escribieron Margarita Marchant Ludueña, Titi Vera, Lorena Baldesari, Conny Valdez, José Luis Rodríguez y Lara Moreno, entre otros. “Pirotecnia 0”, enfatizó Myriam Molina. Ethan Alcaraz reflexionó: “La pirotecnia no ha hecho nada más que causar desgracias y daño, no entiendo por qué siguen estando a favor”.

Lucy Zúñiga introdujo además una dimensión ambiental y cultural: “En las iglesias católicas festejan con pólvora cada santo que se les ocurre, sin pensar en el daño ambiental, en los niños autistas y en las mascotas de casa y de la calle. ¿Hasta cuándo vamos a soportar muertes de mascotas por esta estupidez de la pólvora?”.

Las respuestas no constituyen una encuesta científica, pero sí expresan un clima social que interpela al Estado, a las instituciones y a la comunidad en su conjunto.


Qué dice la normativa vigente en Florencio Varela

En Florencio Varela, el debate social convive con un marco normativo específico que regula la pirotecnia. La ordenanza municipal establece, en su Artículo 1°, la prohibición de la tenencia, el depósito, la comercialización y la venta —minorista y mayorista— de todo elemento de pirotecnia y cohetería que no se adecue a sus disposiciones.

El Artículo 2° define como elementos pirotécnicos a toda composición explosiva o dispositivo preparado para producir efectos visibles, audibles y/o mecánicos por combustión o explosión. Los artículos siguientes establecen condiciones estrictas para la habilitación de fábricas y comercios, remitiendo a leyes provinciales y nacionales, y limitan la venta minorista exclusivamente a locales habilitados para ese único rubro.

Un antecedente local que marcó un antes y un después

FOTO: InfoSur Diario

Este marco regulatorio no surgió de manera aislada. En Florencio Varela, la pirotecnia está asociada a una tragedia que dejó una huella profunda en la memoria colectiva.

El 2 de enero de 2004, el comercio “El Rey de la Oferta”, ubicado en Ombú al 600, en la zona de Km 26, explotó mientras funcionaba como local de venta donde, según se estableció en la investigación judicial, se comercializaba pirotecnia de manera ilegal. La explosión provocó la muerte de cinco personas y dejó más de una decena de heridos.

El dueño del comercio, Carlos Sotier, se dio a la fuga y fue detenido días después. En el marco de la causa, también fueron investigados 15 inspectores municipales, en relación con posibles irregularidades en los controles y habilitaciones del local. La Justicia avanzó entonces en determinar responsabilidades administrativas y penales, en un contexto de fuerte conmoción social.

Este episodio local se inscribe en un contexto nacional marcado también por la tragedia de República Cromañón, ocurrida meses después, que terminó de exponer los riesgos del uso y la comercialización irresponsable de pirotecnia.

Lejos de ser un recuerdo del pasado, este antecedente explica por qué la regulación no es un capricho: es una respuesta institucional a muertes concretas, a fallas de control y a daños irreparables.


Florencio Varela y la Ciudad de Buenos Aires: dos enfoques frente al mismo problema

Mientras Florencio Varela mantiene un esquema de regulación y control, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires avanzó hacia una prohibición directa del uso de pirotecnia con efecto audible, declarando todo su territorio como “zona calma libre de pirotecnia”.

La medida porteña, impulsada por el jefe de Gobierno Jorge Macri, se fundamenta en la protección de niños, adultos mayores, personas con TEA, animales y el ambiente, y responde a reclamos vecinales reiterados. La normativa prohíbe incluso su uso en eventos organizados por el propio Estado, con excepciones puntuales por razones de seguridad o auxilio.

El contraste entre ambos distritos muestra dos caminos posibles ante un mismo conflicto social, ambos atravesados por una pregunta central: cómo compatibilizar celebración, derechos y convivencia.


Cuando el ruido deja de ser inocente

El debate sobre la pirotecnia en Florencio Varela no es solo cultural ni festivo. Es ético, social y político. Las voces que defienden el “derecho” a hacer ruido ignoran —o eligen ignorar— que ese acto tiene consecuencias reales sobre cuerpos vulnerables, sobre la salud mental, sobre animales indefensos y sobre una comunidad que ya pagó un precio demasiado alto.

La historia local demuestra que la pirotecnia no es inofensiva. La normativa existe porque hubo muertes, heridos y fallas graves de control. Frente a ese antecedente, la discusión actual interpela a algo más profundo que una costumbre: la responsabilidad colectiva.

Celebrar no debería implicar lastimar. Y en una comunidad que conoce el costo del descuido, la pregunta ya no es si el ruido vale la pena, sino si estamos dispuestos a seguir mirando para otro lado.

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