Mientras el Gobierno afirma y celebra que “ordenó la macro”, al modelo de la dupla Milei-Caputo se le agotan las opciones de financiamiento y nadie sabe cómo se sostendrá a mediano plazo. Los datos que preocupan a los economistas para 2026, en esta nota.
Atada con alambre y condicionada por los cuatro frentes, la economía argentina tiene más indicadores de desastre inminente que expectativas de éxito.
Sin ánimos agoreros, los economistas de todas las escuelas miran con desconfianza la solidez de los pilares —“la macro ordenada”— sobre los que hace equilibrio el plan anarcocapitalista, porque nada pinta bien a mediano plazo.
En resumen, la falta de reservas, el déficit de la cuenta corriente y los vencimientos de deuda de los próximos años, sumados al insaciable apetito dolarizador argentino, requieren de un financiamiento permanente que nadie sabe de dónde vendrá. O sí… y tampoco es buena noticia.
Faltan dólares
La cuenta es fácil de hacer. Según datos aportados por el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), las reservas brutas actuales del Banco Central (BCRA) son de US$ 41.899 millones, y en un 40% están compuestas por depósitos de particulares encajados.
“La capacidad de fuego en el mercado cambiario sin tocar las reservas propiedad de particulares ronda los US$ 3.709 millones. La meta de acumulación de reservas netas del FMI luce incumplible”, asegura en su último estudio titulado El gran salto hacia atrás.
Por otro lado, está la presión interna sobre el dólar: los argentinos vienen demandando US$ 4.650 millones mensuales, lo que supera con creces la capacidad de intervención oficial.
En palabras de la consultora Vectorial, la continuidad del programa en 2026 “dependerá de un delicado equilibrio entre financiamiento externo, credibilidad y una dinámica fiscal cada vez más difícil de sostener sin costos políticos”.
¿De dónde los sacamos?
Presionado por el FMI, el nuevo esquema de bandas anunciado por el BCRA apunta a acumular reservas, lo que podría hacer sólo con un enorme viento de cola.
Vectorial lo advierte: “Incluso en un escenario optimista, la capacidad de compra de reservas quedaría muy por debajo de los objetivos oficiales, mientras que una mayor demanda de dinero podría trasladarse a tasas de interés más altas y tensionar el resultado financiero”.
A juzgar por sus planes, el Gobierno cree que obtendrá financiamiento externo y construirá credibilidad. Como fue anunciado por él mismo y por el Presidente, el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo apuesta a reabrir los mercados de deuda gracias a la baja del riesgo país.
Pero el test de hace unos días con los mercados no salió bien. El bono AN29 apenas logró captar US$ 910 millones al 9,26%, lo que cubre solo un tercio de los vencimientos de enero. Sin esa ventana de crédito —e impedido por la Ley Guzmán de endeudarse salvo que el canje mejore al menos dos de las tres condiciones de la deuda preexistente (monto, tasa y plazo)—, a la sostenibilidad en el tiempo del plan Milei-Caputo le quedan pocas opciones.
Para mejorar sus posibilidades, el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) plantea que la otra apuesta del Gobierno es consolidar “acuerdos más estructurales y de largo plazo, como se observa en el tratado comercial con Estados Unidos y en un (¿posible?) acuerdo del Mercosur con la Unión Europea”.
Luego señala, que estos “implican una apertura comercial asimétrica: para la Argentina, reprimarización; para ellos, mayor acceso a nuestro mercado y fortalecimiento de sus corporaciones”. Resumiendo: una estocada final a la industria nacional, que viene de capa caída.
Así las cosas, 2026 arranca complicado y con final abierto. Con las fuentes de divisas agarradas del pincel del optimismo y sin plan para reactivar el mercado interno, la fragilidad latente del programa quedó evidenciada en la discusión por el Presupuesto 2026: el ajuste, más profundo el año que viene, recaería sobre partidas políticamente sensibles, como salud y educación (discapacidad y universidades).
Ese camino fue, por ahora, bloqueado por el Congreso pero la obsesión por el equilibrio fiscal del oficialismo lo obligará a tocar otras cajas, tan o más dolorosas que esas. De la reacción popular, o la falta de ella, dependerá su éxito.
Fuente: https://canalabierto.com.ar/2025/12/23/los-agujeros-del-bote-economico/
