martes, octubre 14

Cuando moverse se vuelve un castigo: vecinos de Florencio Varela estallan contra las líneas 148 y 500

Demoras interminables, colectivos destruidos y recorridos que no se cumplen: los usuarios de transporte público en Varela describen un panorama desesperante. Las empresas El Nuevo Halcón S.A. y Transportes San Juan Bautista S.A. concentran la mayoría de las quejas, mientras que pocas excepciones logran salvarse.

La consulta abierta realizada por El Vespertino a sus lectores —“¿Te resulta fácil moverte por Florencio Varela en transporte público? ¿Qué línea usás más y cómo calificarías el servicio del 1 al 10?”— dejó un diagnóstico contundente: la mayoría de las opiniones describen un servicio deficitario, con falta de frecuencia, unidades en mal estado y recurrentes demoras.
Entre las líneas más criticadas aparecen la 148 y la 500; la 178, y su versión local -la 505- y algunos ramales son mencionados como excepciones positivas.


“Un desastre”: el sentir mayoritario

Los comentarios recogidos en nuestras redes sociales repiten con frecuencia los mismos reclamos: esperas prolongadas —“una hora” o más en varios relatos—, colectivos en estado de abandono (suciedad, averías constantes, incendios en unidades viejas según algunas denuncias), falta de frecuencia en horas pico y conflictos entre trabajadores y empresas que, según los vecinos, repercuten directamente en el servicio.

Vecinos como Belen Cabral y Caro Maidana califican a la 500 y la 148 como “un desastre”, mientras que Jose Luis Alvarez señala no sólo la precariedad de las unidades sino el incumplimiento de recorridos: “Hay mucha gente que trabaja los días sábados y no es justo que solo pasen de largo”, denuncia.
Lily Serna ejemplifica el impacto en tiempos: “No puede ser que de Ardigó para ir al Cruce de Varela se demore como ir a Capital. Y tomando dos colectivos”.


Excepciones y curiosidades entre líneas

No todas las referencias son negativas: usuarios como Yoha Gonzalez y Jorge Tarantini valoran a la 505 y la 178 respectivamente, calificándolas como “excelentes” o “10”. Estos testimonios permiten ver que el malestar no es homogéneo para todas las empresas o ramales, sino concentrado en operadores y recorridos específicos.

Otras líneas, como la 79, 197, 266, 403 y 324, llegan a Florencio Varela y comunican el partido con otras localidades como San Vicente, Retiro, Lomas de Zamora, Solano y Quilmes; sin embargo, no han sido mencionadas ni por sus bondades ni por sus carencias, lo que demuestra que el mayor número de vecinos que se trasladan en transporte público lo hacen en las líneas 148 de la empresa El Nuevo Halcón S.A. y 500 de la empresa Transportes San Juan Bautista S.A. y, casualmente, ambas responden a Micro Ómnibus Quilmes S.A. (MOQSA).


Señalan responsables: empresas, municipio y falta de control

En los comentarios reaparecen dos ejes de responsabilización: por un lado, los vecinos apuntan a las empresas concesionarias —acusadas de “mal uso de subsidios”, “no pagar a tiempo” y no invertir en flota—, como en el reclamo de Andres Veron; por otro, señalan defectos de control por parte del municipio y el Concejo Deliberante.
Raul Acosta plantea que la no caducidad de concesiones impide la llegada de nuevas empresas que compitan y mejoren el servicio.

No faltan críticas a la infraestructura urbana: Carlos Bohorquez relaciona el mal estado de las calles con el desgaste prematuro de las unidades. Es decir, los factores denunciados combinan gestión empresarial, falta de control estatal y deficiencias viales.


Advertencias y lenguaje en el límite

Entre los comentarios aparecen expresiones de enojo e incluso llamados extremos —por ejemplo, una mención a “prender fuego los colectivos”. Desde este medio queremos dejarlo claro: recogemos la indignación ciudadana como dato periodístico, pero no avalamos ni promovemos actos de violencia ni daños.
Son, en todo caso, señales de la profundidad del malestar social.


¿Qué piden los vecinos?

Las demandas son repetidas y concretas: mayor frecuencia, unidades en condiciones seguras y limpias, cumplimiento de recorridos, control más estricto de los horarios en cabeceras y sanciones a las empresas que incumplen contratos.
Algunos vecinos plantean soluciones puntuales, como permitir la entrada de otras empresas para romper lo que califican como “monopolio” municipal de ciertas líneas.


Los genitales al plato

La fuerte oleada de opiniones que recibimos pone en evidencia que el transporte público en Florencio Varela es un problema estructural: no sólo por incomodidad, sino por el impacto directo en el trabajo, el estudio y la vida cotidiana.
Las voces recogidas dan cuenta de una urgencia que crece día a día: frecuencia, seguridad y control.
Ahora corresponde que quienes administran concesiones y planifican la ciudad respondan con soluciones concretas y verificable

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