martes, octubre 8

«Hay que pensar un nuevo Argentinazo»

La represión a una de las tantas jubiladas en las puertas del Congreso de la Nación narran nuestro tiempo. Ella es Nancy Yulán: jubilada de la docencia, una fábrica textil y el sistema de salud. Nancy encarna la dolorosa respuesta del gobierno de Javier Milei a una crisis económica sin precedentes.

Con la intención de viralizarse, con su circo de siempre, el vocero presidencial Manuel Adorni construye sus narrativas matutinas con un vacío de gestión y una abundancia de titulares: “No hay que tener miedo a la represión”, dice. Lo escupe luego de que dos miércoles seguido hayan reprimido cruelmente a las protestas de las y los jubilados. “¿Dónde se terminó con golpes y gases?”, pregunta tranquilo, ignorando con cara de nada, por ejemplo, los diez puntos que tiene una jubilada desde la semana pasada.

“Definición de reprimir: contener, refrenar, templar o moderar”, sigue Adorni. Mira a cámara, rompe la cuarta pared, tiene un orgasmo de likes. Arrastrar para él es “contener”, gasear es “refrenar” y golpear con palos es “moderar”. Se pregunta: “¿Cuál es el problema?”. Continúa: “Si cumplir la ley implica utilizar la fuerza pública para, por ejemplo, ordenar el corte de calle o el incumplimiento de la ley por parte de los manifestantes… no veo cuál es el inconveniente”. Twitter es su punto G, ahí se alborota rápido cada frase, porque es un showman pero no lo hace gratis, es con la tuya y entre risas. Luego cierra, con lo que no queremos naturalizar: “No hay que tener miedo a la represión”. 

A Nancy Yulán la conocí en su casa en una nota previa, me esperó con una tarta de verduras y un jugo. Estaba escribiendo un cartel enorme, con colores, con manos de maestra, algo que ya no me acuerdo… algo así como: “¿A dónde está esa famosa CGT?”. No quiere que digan su edad, ¿quién quiere? Podríamos decir sesenta y pico, que laburó años y años en una fábrica textil, que luego 12 años en el sistema de salud y que también 32 años en la docencia. Ver cómo un grupo de socorristas, todos de naranja, la trasladaban en una camilla altura Rivadavia y Callao no es una imagen que uno espera. Pero ahí estaba, una de las tantas que fueron reprimidas el pasado 4 de septiembre: “Era un ejército, una locura, con la Federal, la Gendarmería y la Prefectura reprimiendo”.

Los jubilados y jubiladas hicieron temblar las internas PRO-Libertarias. El argumento del supuesto “5% de crecimiento” en las jubilaciones desde la llegada de Javier Milei en la presidencia no compiten con la realidad. O sea, digamos, esa donde la mínima es $230 mil y la canasta básica ya casi llega al millón de pesos. El mes que viene el billete del valor más grande de Argentina entrará en vigencia, son de 20 mil pesos y con eso ya no se puede hacer nada. Los medicamentos, el agua, la luz, la comida y el alquiler son preocupaciones vitales para los adultos mayores. Nancy lo sabe, por eso sale a la calle: “El tarifazo lo sufrimos todos: los jóvenes, los viejos. Los estudiantes no tienen un proyecto de futuro, no hay horizontes”.Nancy Yulán es una de las tantas jubiladas que, organizadas en banderas sindicales, partidarias, barriales o autoconvocadas conocen de cerca los 70, los 80, los 90 y los 2000. Lo vivieron, lo sintieron en carne propia. “Ahora tenemos una vejez digna”, afirma. Expresa que es doloroso ver los cuerpos lastimados de sus compañeros. Su caso es un disparador, un hilo a tirar, uno que permite hilvanar lo que sucede con el movimiento popular en las calles de la Argentina libertaria.

El shock es parte, las burlas de Adorni son parte, es la Argentina del presente. Una serie de eventos desafortunados en un ecosistema global que ya no gira a la derecha, profundiza el fascismo. “Hay que hacer otro ‘Argentinazo’”, afirma contundente Nancy. Las canas tienen historia, sabiduría y líneas que pareciera que el sector, como dicen, “no las ve”. Pero Nancy al parecer sí: “No nos vamos a quedar en las casas, como nos enseñaron las Madres y Abuelas, nos vemos la próxima en la calle”.

-¿Cómo te reprimieron, Nancy?
-Cuando hacíamos nuestras acostumbradas rondas de los miércoles alrededor del Congreso, a una compañera mía, Ana, le vaciaron un gas en los oídos. Una cosa horrible. Al poco tiempo, sobre Yrigoyen un oficial de la Federal me pega con el palo directo en el pecho. Esa molestia ya la tenía hasta que en Callao y Rivadavia el gas de la Policía llegó como lluvia. No entró tanto en mis ojos, directamente lo aspiré y caí en el suelo planchada. Al abrir los ojos lo primero que noté fueron los trajes naranjas de los socorristas.

“Es puro veneno, uno que se esparce por el cuerpo”, dice Nancy del otro lado del teléfono. Claro que no le gusta que se televise tamaña preocupación para sus familiares, ella se percibe militante desde hace muchísimos años. No se encolumna detrás de cuadros partidarios, va más allá en su búsqueda: “Necesitamos la unidad. Los trabajadores activos deben estar codo a codo con nosotros cada miércoles. Hay ciertas treguas y pactos políticos que ya deberían romperse a estas alturas… y lo digo, por ejemplo, por las dos CTA y la CGT”. Ella dice que los años le enseñaron, y es de manual, que las luchas dispersas no terminan de tener forma. 

-Entonces, después, fuiste al hospital…
-Quiero rescatar que los socorristas en las marchas tienen un papel muy valioso. Siento que me ayudaron más ellos que los del SAME. Ojo, no es contra los trabajadores del SAME pero en la ambulancia sentía que no sabían qué hacer conmigo. Hubo poca inteligencia en mi traslado. Me estaban llevando al Hospital Ramos Mejía y en el camino definieron bajarme para que yo misma me tome un taxi para ir a la guardia de mi obra social. Eso no estuvo tan bien.

Los semáforos, las rondas alrededor del Congreso de la Nación, no pararán. De hecho Nancy estará firme el miércoles próximo. Dos represiones consecutivas a sus manifestaciones despertaron en el sector un “ejemplo” que ya pone en alerta a futuras movidas más grandes. “El 20 de septiembre es el Día del Jubilado. Nosotros ya estamos pensando en una actividad frente al Cabildo para ese día”, explica. El hecho de ser una mujer hipertensa parece ser que no la detiene, sus convicciones son más grandes: “Es por todos, por los trabajadores activos, los comedores, las cocineras comunitarias… es la única manera, estando en las calles”.

:::Nelson Santaruz, Fotos: Rodrigo Ruiz/ Revista Citrica:::

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